COLECTIVIDAD JAPONESA EN ARGENTINA (Fuente: www.buenosaires.gob.ar

06.04.2016 10:56

Los primeros en llegar

El primer pasaporte, con la inscripción del Gobierno de Japón, fue para el mago Rogoro Sumidakawa, miembro de una de las tantas compañías circenses ambulantes de fines del Shogunato. La compañía había salido de gira en 1866 a bordo del barco Nipol, junto con un grupo de 14 becarios, enviados por el gobierno de Inglaterra.

En 1886 arriba a Buenos Aires el primer inmigrante japonés, llamado Kinzo Makino, quien fue considerado una leyenda hasta que fue comprobada su existencia. En sus primeros años en el país fue maquinista de locomotora, aunque en los registros de aquella empresa ferroviaria podamos encontrarlo bajo el nombre de Miguel King.

En el año 1900 arribaron al puerto de Buenos Aires a bordo de la fragata Sarmiento, Yoshio Shinya de 16 años y Chujiro Toriumi, de 13. Habían podido viajar, trabajando a bordo de la fragata, como camareros. En 1898 se habían iniciado relaciones diplomáticas oficiales entre Argentina y Japón, por lo cual estos dos jóvenes fueron los dos primeros inmigrantes nipones, luego del comienzo de estas relaciones bilaterales.

Hasta principio de siglo, el número de japoneses era tan reducido que no llegaron a registrarse. En el año 1908 arribaron cincuenta japoneses a bordo del Kasato Marú, un barco que venía de Brasil. En este año está registrada la llegada de los primeros okinawenses.

¿De dónde vinieron?

Okinawa es una pequeña prefectura de Japón que antiguamente era un reino independiente, el reino Ryukyo. En 1879 este reino fue abolido y así pasó a ser una prefectura. A principios del siglo XX, el territorio okinawense se convirtió en un monocultivo de caña de azúcar, lo cual empeoró mucho su situación. Durante la Segunda Guerra Mundial se libró, en este territorio, una batalla sangrienta que dejó un saldo de 120.000 muertos. Sumado a ésto, una vez finalizada la guerra la isla fue ocupada por el ejército estadounidense hasta 1972. Éstas, sumadas al escaso desarrollo económico, fueron algunas de las razones por las cuales muchos okinawenses decidieron migrar al otro lado del mundo. La pequeña superficie de la isla les impedía desarrollar actividades agrícolas y como las familias crecían cada vez faltaba más trabajo. Así fue como llegaron a nuestro país y consolidaron su colectividad en nuestra Ciudad. La mayor parte de japoneses que arribaron a la Argentina eran de origen okinawense. Sólo en nuestro país la mayoría es okinawense. Algunos creen que esto se debe a que Argentina fue el único país de migración no institucionalizada, es decir, sin convenios entre países. Como no había convenio, los okinawenses iban a donde ya había amigos o familia.

¿A qué se dedicaron?

Durante los primeros años de vida, de 1914 a mediados de la década del 20´, dentro de la colectividad japonesa predominaron las tareas en las fábricas, la jardinería y el servicio doméstico. También hubo quienes participaron de la construcción del subte. No era un período del todo estable, por lo cual los japoneses se veían obligados a salir a buscar trabajo constantemente. En este momento Buenos Aires ya era una gran Ciudad. Los japoneses que iban llegando se radicaban en barrios como La Boca y Barracas, vivían en conventillos, junto con otros inmigrantes provenientes de otros países próximos al Riachuelo y a las fábricas donde eran empleados.

Algunos lugares recordados por la colectividad por la cantidad de empleados japoneses son: Taller Metalúrgico de Vasena e Hijos (en la calle Cochabamba 3001) donde trabajaban 70 japoneses; Herrería Rocha (calle Rocha 1269) también llamada “Herrería Sugihara” por los japoneses; Fábrica Alpargatas (en Av. Patricios al 700); Frigoríficos La Blanca (sobre la Av. Carlos Pellegrini) y La Negra (fundada en 1891, ubicada sobre la ribera del Riachuelo, donde comienza la Av. Pavón).

A medida que se establecían más formalmente, aumentaron aquellos que se emplearon en tintorerías, en cafés y, en el caso de los que vivían en zonas suburbanas, aquellos que se volcaron a la horticultura y a la floricultura. Estas cuatro actividades fueron las que posteriormente fueron las de mayor relevancia para la colectividad en la época de preguerra.

Entrada la década del 20, comenzó a verse en los coches de Buenos Aires, cada vez más chóferes japoneses. Se registró un gran incremento de choferes de taxi a tal punto que en 1920 se fundó la Asociación de Chóferes Japoneses de Automóviles en Argentina.

¿Donde se establecieron?

Los barrios donde se fueron estableciendo los japoneses en el período inicial fueron La Boca y Barracas. Las familias más adineradas se mudaron a la zona Norte debido a la fiebre amarilla. De esta manera, los barrios que bordean al Riachuelo se convirtieron en barrios de inmigrantes venidos de diversas partes del mundo, y de clase obrera. Por otro lado, en el barro de La Boca, había una Iglesia Evangélica que los contenía y los integraba a la sociedad. Era un espacio de contención para todos los inmigrantes que provenían de distintas puntas del mundo.

Los japoneses que habían llegado a Buenos Aires en la primera década del siglo XX, habían venido desde Brasil y Perú, a bordo del Kasato Maru y del Ryojun Maru. Los primeros sitios donde se instalaron fueron los conventillos, a los cuales ellos mismos llamaban gunkan-nagaya, por las chapas galvanizadas con pequeñas ventanas que lucían como los barcos de guerra, o por las ropas tendidas en los aleros de las viviendas que flameaban como las banderas multicolores de aquellos barcos.

En cualquier lugar donde se establecieran japoneses, habían cosas que no faltaban: el Shoyu y el miso. A medida que los japoneses crecían como colectividad, comenzaban a aparecer comercios que vendían los productos con los cuales se prepara la comida japonesa. Algunos de los negocios más recordados son: Almacén Tomizaki, Casa Murakami, Despensa de Miyashiki, almacén Nishizaka, almacén Fukuda, Garaje Nipón, Sastrería Katayama, Café Mikado y Café Japan.

Ya en las décadas del 20 y el 30, los japoneses residentes en la Ciudad de Buenos Aires se fueron estableciendo en cafés y tintorerías. No era conveniente desarrollar este tipo de actividades en un barrio concentrado, sino que era más conveniente expandirse y alejarse de la competencia. Es por esta razón que no hay un barrio específico donde localizar a la colectividad, sino que por esta razón fueron dispersándose por los distintos barrios de la Capital.

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